Cuando pensamos en el glaucoma, la mayoría lo relaciona con personas mayores.
Sin embargo, existe una forma menos conocida y mucho más preocupante: el glaucoma en niños. Esta condición, aunque poco frecuente, puede tener un impacto significativo en la visión de los más pequeños si no se detecta y trata a tiempo.
La infancia es una etapa clave para el desarrollo de la vista. Los primeros años marcan la base del sistema visual y cualquier alteración puede tener consecuencias a largo plazo.
Por eso, conocer las causas y síntomas del glaucoma en niños es fundamental para que padres y familiares estén alerta y acudan a un especialista en cuanto detecten señales de alarma.
El glaucoma en niños es una enfermedad ocular en la que se produce un aumento de la presión intraocular que daña el nervio óptico.
El nervio óptico es el encargado de transmitir la información visual desde el ojo al cerebro. Cuando se ve afectado, la visión comienza a deteriorarse.
A diferencia del glaucoma en adultos, que suele desarrollarse de manera lenta y silenciosa, en los niños puede presentarse desde el nacimiento (glaucoma congénito) o durante los primeros años de vida (glaucoma infantil o juvenil).
Esta diferencia es clave: los ojos de los niños aún están en pleno desarrollo, lo que significa que la presión ocular elevada puede alterar no solo la visión, sino también la estructura del ojo. Esto hace que el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado sean todavía más urgentes que en la edad adulta.
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Existen diversos factores que pueden originar esta enfermedad en la infancia. Conocerlos ayuda a entender por qué es tan importante la revisión temprana:
Algunos niños nacen con malformaciones en el sistema de drenaje del ojo. Esto provoca que el líquido intraocular (humor acuoso) no fluya correctamente, aumentando la presión ocular. Suele detectarse en los primeros meses de vida y, aunque es poco frecuente, requiere una atención inmediata.
El componente hereditario tiene un papel importante. Si en la familia existen antecedentes de glaucoma, las probabilidades de que un niño lo desarrolle aumentan. Esto significa que los hijos de padres con glaucoma deben someterse a controles visuales más frecuentes.
Algunas alteraciones, como la aniridia (ausencia parcial del iris), las cataratas congénitas o los traumatismos oculares en la infancia, también pueden favorecer el desarrollo de glaucoma. Estas condiciones alteran el equilibrio natural del ojo y favorecen la elevación de la presión intraocular.
Existen síndromes poco frecuentes, como el de Sturge-Weber, así como ciertas malformaciones del sistema nervioso, que se asocian con un mayor riesgo de glaucoma infantil. Aunque sean casos minoritarios, subrayan la importancia de realizar una valoración oftalmológica en niños con enfermedades sistémicas.
Uno de los grandes desafíos del glaucoma en niños es que los pequeños no siempre saben expresar lo que sienten. Además, muchos síntomas pueden confundirse con molestias leves o conculares propias de la infancia.
Aun así, existen señales de alerta que los padres deben conocer:
En los bebés, la presión ocular puede hacer que los globos oculares aumenten de tamaño. También pueden parecer más brillantes o translúcidos de lo normal debido al edema corneal.
El exceso de lágrimas sin relación con emociones, resfriados o irritaciones externas es un síntoma clásico del glaucoma congénito.
Muchos niños con glaucoma experimentan molestias intensas al exponerse a la luz, lo que les hace entrecerrar los ojos o mostrarse irritables en ambientes luminosos.
El niño puede mantener los ojos cerrados con fuerza como reacción al dolor o la incomodidad ocular.
En casos más avanzados, se observa una disminución en la agudeza visual, que puede afectar al aprendizaje, al juego y al desarrollo normal del niño.
El diagnóstico precoz es fundamental. El optometrista u oftalmólogo infantil dispone de diferentes pruebas adaptadas a la edad del niño para confirmar la presencia de glaucoma:
Medición de la presión intraocular: con tonómetros adecuados para bebés y niños.
Examen del nervio óptico: a través de la oftalmoscopia, que permite detectar daños en el nervio.
Evaluación del ángulo de drenaje: mediante gonioscopia, para comprobar si existen anomalías en el sistema de drenaje ocular.
Pruebas de agudeza visual: adaptadas con símbolos, dibujos o luces según la edad, para identificar pérdidas de visión tempranas.
Cuanto antes se detecte la enfermedad, mayores serán las posibilidades de preservar la visión del niño.
La detección temprana puede marcar la diferencia entre una vida con buena visión y complicaciones visuales graves. Muchos padres piensan que un niño “ya dirá si ve mal”, pero en enfermedades como el glaucoma, los síntomas son silenciosos y progresivos.
Por eso, acudir regularmente a un optometrista infantil y realizar exámenes visuales desde los primeros meses de vida es la mejor forma de prevenir daños irreversibles.
En el caso de familias con antecedentes de glaucoma, estas revisiones son aún más importantes.
El glaucoma en niños es una condición poco frecuente, pero seria. Con un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado, es posible controlar la enfermedad y preservar la salud visual.
Si notas síntomas como lagrimeo excesivo, sensibilidad a la luz o cambios en la forma de los ojos, no lo ignores. Un examen visual temprano puede marcar la diferencia.
En Opticalia Zaben, nuestras ópticas de Figueres, Roses y Olot cuenta con especialistas en optometría infantil preparados para acompañarte en el cuidado de la visión de tus hijos. La prevención y la revisión periódica son las mejores herramientas para garantizar un futuro con buena salud ocular.
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American Academy of Ophthalmology (2023). Childhood Glaucoma. https://www.aao.org/eye-health/diseases/childhood-glaucoma
National Eye Institute (2022). Glaucoma in Children. https://www.nei.nih.gov/learn-about-eye-health/eye-conditions-and-diseases/glaucoma