Cada vez más familias nos comentan lo mismo: su hijo ve bien de cerca, pero empieza a entrecerrar los ojos para ver la pizarra, o se acerca demasiado a la televisión. Cuando confirmamos la graduación, surge una duda habitual: “¿Podemos valorar lentes de contacto para niños con miopía? ¿Es seguro?” La respuesta es que sí, pueden ser una buena opción en muchos casos, especialmente cuando buscamos comodidad y un buen control del aumento de la graduación.
En este artículo explicamos cómo lo hacemos en Opticalia Zaben y qué aspectos conviene tener en cuenta.
En los últimos años vemos un aumento claro de la miopía en niños y adolescentes. El uso continuado de pantallas, menos tiempo al aire libre y tareas de cerca prolongadas hacen que muchos padres se planteen alternativas más prácticas que las gafas.
Las lentes de contacto para niños con miopía permiten libertad para el deporte, seguridad en actividades diarias y una visión más estable en muchos contextos.
Muchas madres y padres nos preguntan si su hijo “es demasiado pequeño” para usarlas. La realidad es que no existe una edad exacta. Lo importante es valorar la madurez del niño, su motivación y su capacidad para seguir instrucciones sencillas de higiene. Algunos comienzan a los 8–9 años sin dificultad; otros, a los 12–13 años. Cada caso es único.
Además, cuando hablamos de control de miopía, las lentillas juegan un papel importante. Ciertas lentes blandas y la orto-k (lentillas nocturnas) están diseñadas específicamente para frenar la progresión y ofrecer una calidad de visión muy buena durante el día.
PIDE CITA EN NUESTRAS ÓPTICASAntes de adaptar lentes de contacto para niños con miopía, siempre valoramos una serie de aspectos prácticos. Queremos asegurarnos de que el niño tenga una experiencia positiva desde el primer día.
Los indicadores más útiles son:
En consulta solemos decir que lo más importante no es la edad, sino la actitud. Muchos niños demuestran una responsabilidad sorprendente cuando entienden que las lentillas les ayudarán a ver mejor y moverse con más libertad.
Cada adaptación que realizamos sigue un proceso claro, pensado para que el niño se sienta seguro y la familia tranquila. A continuación explicamos cómo trabajamos normalmente en nuestras ópticas de Figueres, Roses y Olot.
Antes de valorar cualquier tipo de lentilla, realizamos una revisión visual detallada. Necesitamos entender la graduación, la salud ocular, la lágrima y el uso que el niño hace de su visión. En esta primera visita resolvemos muchas dudas que suelen aparecer:
“¿Le aumentará la graduación?”, “¿Cómo se mantienen limpias?”, “¿Puede llevarlas en el colegio?”.
Dependiendo del caso, podemos recomendar:
Elegimos siempre la opción más cómoda y segura para cada niño.
Es un momento clave del proceso. Dedicamos todo el tiempo necesario para enseñar:
Nuestro objetivo es que el niño salga de nuestra óptica seguro y tranquilo. También invitamos a madres y padres a participar, porque su apoyo es fundamental al principio.
Durante las primeras semanas realizamos controles frecuentes para comprobar comodidad, higiene, movimiento de la lente y calidad de visión. Si algo no encaja, ajustamos la elección. Cada niño tiene su ritmo.
Este seguimiento es la clave de una adaptación saludable. Nunca dejamos el proceso a medias: acompañamos a la familia durante todo el camino.

El uso de lentillas en niños puede aportar mejoras muy reales a su día a día. Lo vemos continuamente en consulta, y las familias suelen contarnos estas diferencias:
Muchos niños sienten que las gafas se les caen, se empañan o les limitan. Con lentillas pueden correr, saltar y participar sin preocuparse por romperlas.
Cambiar de pizarra a cuaderno es más natural cuando la lente se mueve con el ojo y no depende de una montura.
Ciertas lentes están diseñadas para modificar cómo entra la luz en el ojo. Esto ayuda a reducir la velocidad del aumento de graduación, un aspecto esencial en el control de miopía.
En niños con graduaciones medias o altas, las lentes de contacto ofrecen una imagen más nítida y sin distorsión lateral.
Muchos niños nos dicen que se sienten “más ellos mismos” sin gafas para ciertas actividades. La visión es también una cuestión emocional.
Aunque las lentillas son seguras, la higiene es imprescindible. Con niños, insistimos en:
Nuestro mensaje siempre es claro: si duda, pausa. Ante cualquier incomodidad, siempre es mejor quitarlas y que volvamos a revisar el ojo. La seguridad es nuestra prioridad.
Si notas que tu hijo entrecierra los ojos, se acerca demasiado a las pantallas o se queja de que no ve bien en clase, puede ser un buen momento para una revisión. También es útil consultarnos si practica deporte, si las gafas se le rompen a menudo o si muestra interés por probar lentillas.
La adaptación de lentes de contacto para niños con miopía es un proceso sencillo cuando se hace con calma, acompañamiento y seguimiento profesional. En nuestras ópticas vemos cada semana que, con buena supervisión, los niños se adaptan con una naturalidad sorprendente. Si tienes dudas, estamos aquí para ayudarte a valorar si es el momento adecuado.
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